Dr. Budi Hernawan (Universitas Indonesia) y Profesor Chris Sidoti (investigador independiente)

Indonesia es un país muy extenso y muy diverso. Con 250 millones de personas, es el cuarto país más grande del mundo en cuanto a población, un Estado archipelágico cuya vasta población se extiende a lo largo de más de 6.000 islas habitadas que cubren 5.000 km de este a oeste y 1.800 km de norte a sur. En un país de este tipo, la adopción de cualquier política es muy diferente de su implementación. Lo mismo ocurre con la prevención de la tortura. Incluso con la más firme determinación, prevenir la tortura en Indonesia será una tarea muy difícil. Es cierto que el trabajo ha avanzado y ha habido progresos, pero todavía queda mucho por hacer.

Para Indonesia, el período que cubre los últimos 30 años se divide claramente en dos partes casi iguales: el período autoritario del Nuevo Orden, que empezó en 1965 y duró hasta el levantamiento popular en 1998, y el período posterior denominado era reformasi, que empezó ese año y continúa. Durante el período del Nuevo Orden la tortura era generalizada, frecuente y grave. Las mejoras no llegaron inmediatamente después de derrocar al régimen del Nuevo Orden, sino de forma gradual cuando se resolvieron dos conflictos internos prolongados, en Timor-Leste y Aceh, y se redujo la intensidad de un tercero, en Papua. La mayor transparencia y la rendición de cuentas pública, principalmente a través del trabajo de la sociedad civil, y conflictos menos violentos dieron lugar a un cambio significativo y redujeron tanto la incidencia de la tortura como su gravedad en general.

Sin embargo, el fin del Nuevo Orden no puso fin a la tortura. El propio sistema no cambió lo suficiente para conseguirlo. Se sigue caracterizando por la deficiencia de sus leyes, del cumplimiento de ley, de su justicia, de sus dirigentes, de la formación, de la rendición de cuentas, de los procedimientos y de la transparencia.

Este capítulo examina la prevención de la tortura en Indonesia a través del contexto, la historia, la situación actual de la legislación y los procedimientos indonesios, las prácticas del ejército y la policía y los mecanismos internacionales y nacionales de monitoreo e investigación de las supuestas violaciones. Indica caminos a seguir para que las medidas de prevención de la tortura sean planeadas e implementadas de manera estratégica en lugar de ser medidas fortuitas o para fines específicos. La prevención de la tortura en Indonesia es difícil pero no imposible.