Catherine Paulet es psiquiatra y miembro del Subcomité para la Prevención de la Tortura de la ONU, aportando su experiencia de más de 30 años trabajando con personas privadas de libertad. Con motivo del Día Mundial de la Salud Mental, invitamos a la Sra. Paulet a compartir con nosotros sus ideas.

Según su experiencia, ¿cuál es el impacto de la detención en la salud mental de las personas privadas de libertad?

Alrededor de 11 millones de personas en todo el mundo están encarceladas y en la mayoría de los sistemas penitenciarios hay un problema de superpoblación. Esto tiene consecuencias negativas para la salud física y mental de las personas privadas de libertad, su seguridad y sus perspectivas de rehabilitación. Sin embargo, el simple hecho del encarcelamiento es suficiente para sumir a las personas en la angustia y la enfermedad. Esto no quita en absoluto las razones, a veces graves, que les llevaron a la cárcel en primer lugar, ni minimiza el sufrimiento de sus víctimas. Pero el impacto es real y lo demuestra el hecho de que la tasa de suicidio es 10 veces mayor en la población penal que en la población general.

Además, la prevalencia de patologías psiquiátricas y adicciones es mucho mayor en la población penal. Por ejemplo, una cuarta parte de las personas detenidas en Estados Unidos y la mitad en Francias tienen antecedentes psiquiátricos al entrar en prisión. Y sabemos que la detención agrava las fragilidades preexistentes y puede conducir a episodios de descompensación psiquiátrica, cuando su salud mental se deteriora significativamente. Varios estudios muestran que una de cada diez personas detenidas es hospitalizada por descompensación psiquiátrica en algún momento de su detención.

¿Existen grupos específicos que corren mayor riesgo de sufrir afecciones de salud mental durante la detención?

Sí, por supuesto, y esto constituye una amplia variedad de situaciones que deben ser identificadas y tomadas en consideración por las autoridades de detención, incluyendo: personas con condiciones psiquiátricas preexistentes; personas que sufren de adicciones; personas con discapacidades mentales y/o físicas; personas en situación de vulnerabilidad por su orientación sexual o identidad de género (personas LGBTIQ) o por su edad o condición, como mujeres embarazadas, madres con sus hijos, personas mayores y niños/as.

Algunos aspectos del régimen de detención también pueden impactar gravemente en las personas y provocarles importantes trastornos reactivos, depresivos o delirantes. Dos grupos que yo destacaría son las personas detenidas sometidas a regímenes de aislamiento estrictos y prolongados, con escaso o nulo contacto con otras personas, y las personas detenidas que cumplen cadena perpetua o condenas muy largas sin esperanza de cumplirlas.

¿Cuál es el estado actual de la atención a la salud mental en los centros de detención?

La situación es mixta. La salud de las personas detenidas no siempre está en la agenda de los Estados, especialmente su salud mental. Sin embargo, la idea de que las personas detenidas son ciudadanas con derechos básicos, incluido el derecho a la salud, está ganando terreno en todo el mundo, especialmente el derecho a acceder a una atención de calidad equivalente a la que se proporciona a la población general.

En mi opinión, esto es el resultado del trabajo de incidencia por parte de las ONG, la sociedad civil, las instituciones de monitoreo nacionales e internacionales y las recomendaciones de consenso internacional. Pienso, en particular, en las Reglas Mandela para el tratamiento de las personas detenidas, adoptadas por unanimidad por los Estados.

Sobre el terreno, los gobiernos y la opinión pública son cada vez más conscientes de que la rehabilitación de las personas detenidas y la prevención de la reincidencia dependen también de la mejora del estado de salud de las personas detenidas. Por ello, los ministerios de sanidad se implican ahora más en la prestación de asistencia sanitaria a las personas detenidas. Aunque, en algunas regiones del mundo, la falta de recursos financieros y de personal sanitario puede socavar los esfuerzos de los Estados.

Tengo que admitir que, en general, la salud mental sigue siendo un pariente pobre. Una de las razones es la continua estigmatización de los trastornos psiquiátricos y la discriminación de quienes los padecen. Son pocos los Estados que cuentan con un sistema específico y coherente de atención a la salud mental de las personas detenidas.

¿Se han documentado buenas prácticas en los lugares de detención?

Cuando los gobiernos, los parlamentos y la sociedad civil se comprometen a aplicar políticas progresistas y a proporcionar los recursos necesarios para apoyarlas, vemos resultados. Esto requiere la definición de una política de salud mental en las prisiones, en línea con la política definida para la población general. También requiere iniciativas de concienciación pública, formación para el personal que trabaja en las prisiones, disponer de un número suficiente de personal en las prisiones, abrir las prisiones al mundo exterior y garantizar un seguimiento regular.

La formación en salud mental del personal penitenciario, especialmente de aquellos que trabajan directamente con las personas detenidas, es un importante ejemplo de buenas prácticas. Es especialmente esencial cuando hay poco o ningún personal sanitario presente. La formación ayuda a superar ideas preconcebidas, a adquirir datos básicos sobre los principales síntomas y causas de los problemas de salud mental o psiquiátricos, y a sentirse menos temeroso/a y más tranquilo/a en diferentes situaciones. Además, el aprendizaje de técnicas de desescalada en situaciones violentas y enfoques para la prevención del suicidio proporciona al personal habilidades útiles y prácticas.

¿Cómo pueden los centros de detención hacer de la salud mental una prioridad?

Los criterios para mantener una atmósfera pacífica dentro de los lugares de detención y, por lo tanto, tener un efecto positivo en la salud mental de las personas detenidas, incluidos aquellas con patologías psiquiátricas conocidas, son bastante conocidos. Incluyen:

  • Garantizar que las sanciones privativas de libertad, aunque sean necesariamente de carácter punitivo, tengan sobre todo un enfoque restaurador
  • Disponer de instalaciones más pequeñas y de una gestión local para que las personas detenidas sean conocidas por las autoridades de detención
  • Hacer participar a las personas detenidas en la evaluación y la mejora de las condiciones de detención
  • Ofrecer oportunidades de formación y trabajo a todos las personas detenidas, incluidos las personas detenidas en situación de discapacidad y las que tienen aptitudes limitadas.
  • Otras medidas importantes que pueden tomar las autoridades de detención son apoyar y facilitar la entrada de las organizaciones de la sociedad civil, integrar el principio de "ayudantes" y gestionar las peticiones y quejas como una exigencia individual y para un beneficio colectivo.

El monitoreode los lugares de detención puede ser una tarea compleja e intensa, tanto física como mentalmente. ¿Puede compartir su experiencia en la realización de visitas de monitoreo?

He tenido la suerte de contribuir a los mandatos del Comité europeo para la Prevención de la Tortura durante más de 20 años y del Subcomité de la ONU para la Prevención de la Tortura durante los últimos nueve años. Hoy me centraré en las prisiones, pero nuestras visitas sobre el terreno abarcan una amplia gama de instalaciones, desde comisarías y prisiones hasta hospitales psiquiátricos y hogares de asistencia social, centros de inmigrantes y otros lugares más "confidenciales".

El monitoreo de los lugares de detención no puede ser improvisado, sino que debe seguir una metodología rigurosa y sistemática. El monitoreo de los locales, los procedimientos y los registros, junto con la realización de entrevistas con las personas privadas de libertad, la dirección y el personal, se rige por el principio de "no hacer daño". También es importante mantener la neutralidad. Esto no excluye la empatía o la benevolencia, pero es importante ser "cauteloso con las emociones".

Dicho esto, las visitas de monitoreo pueden ser físicamente agotadoras (las celdas superpobladas, la suciedad, las ratas, las cucarachas) y psicológicamente agotadoras (la angustia, la resignación y la rabia que a veces invaden a quienes nos encontramos). Estos hombres, estas mujeres, estos niños aceptan hablarnos y, cuando los/as dejamos, a veces tememos que sufran represalias. Pero su humanidad y su valor al hablar, no por ellos/as mismos/as sino por otras personas detenidas, nos obliga a actuar.

Soy optimista pero no ingenua. La aplicación de normas universales de alto nivel, respetuosas con los derechos fundamentales de las personas en general, y de las personas detenidas en particular, puede enfrentarse al populismo, la corrupción, la impunidad, el relativismo cultural o religioso, los regímenes autocráticos y la guerra.

Los retos son grandes, pero lo que está en juego es aún mayor. Y empezamos con pequeñas victorias. Como dijo Ghandi: "Lo que hagas será algo pequeño, pero es esencial que lo hagas". Creo que nuestra presencia es esencial para que la luz siga brillando en lugares cerrados y oscuros.

Blog Thursday, October 27, 2022