Soy una mujer indígena Cree, miembro de la Primera Nación Sucker Creek, y estoy orgullosa de ello. Es una Primera Nación del Tratado 8. Soy descendiente directa del Jefe Moostoos, firmante del Tratado 8, el mayor tratado de Canadá. La gente de la zona en la que era Jefe le conocía como el "Jefe del Pueblo", un hombre muy querido y respetado.

Mi familia quedó profundamente afectada por los abusos que sufrieron en los internados. Yo también sufrí los efectos intergeneracionales de estos abusos. Mi hermano -quien sufrió abusos sexuales en el internado- se aprovechó de mí y de mis hermanos/as, cinco de los cuales ya han fallecido debido a los recuerdos insuperables de estos abusos. Murieron de insuficiencia hepática y adicción a las drogas.

Yo fui la séptima de la familia y un líder de la comunidad me puso el nombre de Te'pakoph, que significa "siete". El líder me dijo que tenía un don especial y que llegaría lejos en mi vida. He llevado esto conmigo durante toda mi vida. Me ha dado fuerza interior y una relación profunda con el Creador. Estas cualidades guían las decisiones que tomo en mi vida.

 Creo que los órganos de monitoreo de prisiones deben aspirar a reflejar la diversidad de las personas a las que sirven.   Las personas detenidas quieren verse reflejados en las personas que reciben e investigan sus quejas.

 

En 1995, con mi hija a cuestas, comencé mi carrera en el Servicio Correccional de Canadá (SCC) como trabajadora principal. En el año 2000, me trasladé al “Healing Lodge”, un centro penitenciario federal diseñado específicamente para personas indígenas, donde empecé a desempeñar el papel de Directora de Correccionales. Trabajé en el “Healing Lodge'' durante diez años. Durante este tiempo, obtuve una licenciatura en Justicia Penal. Además del título, me regalaron una pluma de águila y un paquete de protección medicinal para mujeres.  Las titulaciones de "blancos" e indígenas sentaron las bases de cómo me acercaría a las personas detenidas: sin favorecer una visión del mundo sobre la otra.

En 2011, nos trasladamos a Ottawa, donde acepté un puesto como oficial de programas en la Oficina de Libertad Condicional de Ottawa, enseñando a personas en libertad condicional diurna en la comunidad. Fue difícil enseñar de esta manera, ya que no parecía haber una perspectiva indígena incorporada al programa. Así que recurrí a mis conocimientos académicos, a mi amplia experiencia laboral en el sistema de justicia penal y a mi experiencia vital como mujer de las Primeras Naciones. Este enfoque mixto me ayudó a conectar con mis clientes e hizo que la programación fuera más eficaz.

Poco después, un director de la Oficina del Investigador Penitenciario (OCI) se dirigió a mí para el puesto de investigadora principal. Sentí que me había tocado la lotería. Era una oportunidad para ayudar a las personas indígenas detenidas. Con la OCI, he acumulado una amplia experiencia en la prestación de servicios de Defensor del Pueblo a las personas delincuentes federales, así como en el asesoramiento relativo a la legislación, las políticas y los procedimientos penitenciarios. También apoyo al Investigador Penitenciario ofreciéndole una "perspectiva indígena", para garantizar que nuestros informes y recomendaciones reflejan las necesidades únicas de las personas indígenas detenidas y otros grupos minoritarios.

Viajo a zonas remotas donde se encuentran las Cabañas de Sanación y me siento con los ancianos y las personas residentes en terrenos sagrados, donde podemos hablar de sus preocupaciones. Si se trata de personas detenidas de edad avanzada, hablo mi idioma -el cree- para que se sientan cómodas y comparto historias que sólo los pueblos indígenas pueden apreciar. Les ayudo a entender que soy una persona indígena que mira los hechos de su caso con una visión desde dos mundos.

Es difícil escuchar sus historias porque son similares a las mías. Puede ser difícil distanciarse. Aun así, comparto mis experiencias, tanto las buenas como las malas, cuando creo que pueden ayudar. Entonces ellos/as pueden compartir sus historias sabiendo que las recibiré con auténtica empatía. Si me invitan a comer con ellos/as, lo hago. Demuestra mi voluntad de participar y muestra respeto. También es muy importante escuchar y cumplir una promesa. Cuando hago estas cosas, creo un vínculo de confianza, que es muy importante para los pueblos indígenas.

Soy una mujer indígena, dadora de vida, con energía curativa y con décadas de experiencia en centros penitenciarios. Esto me ha permitido realizar el trabajo de monitoreo de prisiones. Cuando las personas denunciantes marginadas se encuentran cara a cara con una investigadora principal indígena, se sienten sorprendidas. Sienten que tal vez haya esperanza cuando hablan con alguien de su propia cultura y etnia. Alguien que conoce su dolor y su trayectoria. Alguien que entiende que un sistema colonial que se autoproclamó "dominante" les hizo sentirse inferiores y les obligó a adoptar un estereotipo.

Con el conocimiento de las políticas de los blancos y mis credenciales culturales indígenas, trato de ayudar a las personas encarceladas a respetarse a sí mismas. Y comparto mi historia de resiliencia y perseverancia, mi compromiso de dejar una huella en este mundo de forma significativa, mientras "el sol brille y los ríos fluyan", como preveía mi bisabuelo.

Mi experiencia operativa en el SCC me ayudó a perfeccionar mis aptitudes para la resolución de conflictos, ya que tenía que resolver quejas continuamente. A menudo recurría a la antigua forma de resolver los problemas entre las personas detenidas, empleando la mediación cara a cara. Descubrí que este enfoque era muy eficaz para gestionar y resolver conflictos, así como para fomentar el respeto a sí mismos entre los y las participantes.

Este enfoque fue utilizado por los pueblos indígenas antes del primer contacto y fue muy útil para resolver los problemas de una manera no dictatorial. Permite a las personas tomar el control y la responsabilidad sobre su propia voz, y potenciar sus propias ideas para la resolución. Yo asesoraba a los y las participantes mientras hacían el trabajo. Les guié a lo largo del proceso. No les decía lo que tenían que hacer.

Recientemente he finalizado el Máster en Estudios Jurídicos de la Universidad de Carleton. El conocimiento de los libros es estupendo. Sin embargo, la experiencia de trabajo sobre el terreno, combinada con la experiencia vivida, es poderosa. No puedo enseñar mi experiencia vivida, pero puedo aprovechar y compartir mis experiencias para demostrar una auténtica empatía. Trabajar con mi propia gente es difícil, ya que me he enfrentado a preocupaciones similares y he compartido las mismas experiencias, pero este trabajo me permite demostrar cómo mis decisiones pueden ayudarles a superar los obstáculos.

He llegado a la conclusión de que el personal indígena es fundamental para marcar una diferencia significativa en la vida de las personas indígenas privadas de libertad. Creo que los órganos de monitoreo de las prisiones deben tratar de reflejar la diversidad de las personas a las que sirven. Las personas detenidas quieren verse a sí mismas en las personas que reciben e investigan sus quejas. Quieren tener la seguridad de que la persona que se ocupa de su caso entiende de dónde vienen, sus formas de conocer y de ser.

 

Hazel Miron

Investigadora principal, Oficina del Investigador Correccional de Canadá

Puedes contactar a Hazel por correo hazel.miron@oci-bec.gc.ca

Blog Wednesday, May 18, 2022